miércoles, 16 de noviembre de 2016

leyendas del perù

                   

                     La Viuda Alegre (Lambayeque)


Con traje que cubre hasta los pies y sobre el un manto grande, ambos de color de una noche tormentosa y cuando la luna está verde o sea en luna nueva hacía su aparición en la esquina, entre las calles Arequipa y Grau una señora de pequeña estatura que afirman se presentaba vestida de blanco. A veces se le ocurría pasear por las calles, acercándose a algún parroquiano o dejar que se le acerquen a ella; otras veces, ya rendida parece que iba a recuperar fuerzas sentándose en una banca del Parque. En cierta oportunidad la señora encontró a don Bartolomé Chamaya en su casa de la calle Santa Clara, en paños menores, porque hacía mucho calor, don Bartolomé estaba en el quicio de la puerta de su casa. La mencionada dama lo invitó para que la acompañara. Aquel no esperó segunda petición y fue del brazo de ella. Pero después de haber caminado unos cuantos metros, el afortunado personaje se dio cuenta que don Chamaya iba en traje de Adán y con justicia tuvo temor. Las mujeres se cuidan hasta después de muertas.


La Viuda Alegre cerca al cementerio.



Donde se dirigía nada menos que al cementerio; el zambo Egart sacó su revólver y disparó cinco tiros a este personaje invadido por un frío extraño, el valiente regresó decepcionado, levantándose muy temprano para componer el cuerpo con un guaracazo de yonque, juntos con sus amigos a quienes narró lo sucedido y ellos le informaron que era “La Viuda Alegre”. Seguía la chupeta y las composturas de cuerpo en las Cuentan que cuando la mencionada mujer se veía muy sola, echaba a llorar con tanto sentimiento que parecía una criatura. En otra ocasión dicen que don Miguel J. Egart a quien llamaban cariñosamente el Zambo Egart se encontraba tomando licor en una tienda y al verse mareado salió para irse a su casa y al pasar por el parque vio a una señora sentada en una banca y para él fue todo un paraíso en esos momentos al verse los dos solitos, Egart acercándose le preguntó a la señora ¿qué hacía allí?, y si deseaba que la acompañara, empezando a llover los piropos y tantas cosas lindas por el zambo Egart que le seguía enviando palabras amorosas. Llegando al tamarindo rumbo a la Alameda y no la podía alcanzar y al darse cuenta adomadrugadas como de costumbre; el macho Egart enfermó y no duró ni cuatro días más. Se fue en pos de la viudita alegre. Y como la señora encontró su otro gil, se encuentra satisfecha y dejando a los lechuzones hacer sus correrías sin estorbo.


Santuario de Cocharcas (Apurimac)

El origen de este santuario lo inicia un indio llamado Sebastián Quimichi, nacido en Cocharcas, Provincia de Chinchero en Andahuaylas.



Sebastián era bueno, honrado y trabajador, pero había nacido con una enfermedad congénita que lo inválido, viviendo de la caridad de las personas. Sebastián no deseando ser una carga, salió de Cocharcas (Andahuaylas) con rumbo al Cusco, con la esperanza de trabajar en esa ciudad, pero con poca suerte, pues por ser impedido físicamente, muy pocos le daban trabajo.



Santuario de Cocharcas


No obstante pasa por muchas penalidades, Sebastián nunca perdió la fe en Dios ni en los hombres y en esos instantes aciagos, una india de nombre Inés le aconsejo que fuera al Santuario de Copacabana y que le pidiera a la Virgen, que le ayudara a calmar sus padecimientos.




Sebastián no lo sabía, pero había sido marcado por la Santísima Virgen como instrumento de su amor a esas regiones que recién recibían la luz del evangelio, pues Dios usa a las personas más modestas, para hacer su voluntad.




Una vez en Copacabana, la Virgen le concedió el milagro de curarlo de su invalidez. Entonces feliz de haber encontrado esta gracia, quiso estar cerca de la Virgen y pidió trabajo en el Santuario, realizando labores como personal de limpieza, portero, campanero, etc.




Diez años después Sebastián decide regresar a su pueblo, pidiendo como pago de sus servicios se le concediera una réplica de la imagen de la Candelaria, para llevarla a su pueblo natal y fomentar su culto en gratitud al milagro que había alcanzado tan generosamente.



Sucede que esos momentos, estaba en Copacabana, visitando el Santuario de la virgen, un buen clérigo argentino de nombre Hermano Camargo, quien al conocer la historia de Sebastián, le encargo a Tito Yupanqui, escultor que había hecho el original, para que realice dos copias, una de tamaño natural y otra de 50 cm, con la idea de llevarla a todos los pueblos, para promover su culto y pedir limosna para la construcción de su santuario.




Ya terminadas las réplicas de tan hermosa escultura, Sebastián regreso orgulloso a su pueblo de Cocharcas en Andahuaylas, donde con las limosnas obtenidas en el trayecto, comenzaron a levantar un santuario, que una vez terminando y por disposición del primer Obispo Ayacucho Fray Agustín Carvo, señala como inicio del culto en honor a la Virgen un 8 de Setiembre de 1598, en lugar del 02 de febrero, pues este mes es de temporada de lluvias y crecida de los ríos, haciendo difícil y peligrosa la concurrencia de peregrinos.


Monseñor Fidel Olivas Escuderos, Obispo de Ayacucho, deseando hacer crecer el culto a la Mamacha Cocharcas, mando hacer un diminuta imagen de la Virgen de Cocharcas, con la piedra llamada Huamanga, conduciendo esta pequeña imagen por toda la región del Mantaro, donde los indios la veneraban, danzaban y daban limosnas para hacer su santuario.



Es por esto que se supone que esta imagen fue traída a esta región para recoger la limosna y por causa desconocida, tal vez por robo o por muerte del que la trasladaba, quedo al pie del cerro del barrio Llamus (hoy anexo de Cocharcas), en una vertiente de agua cristalina, que no deja de brotar. Una vez encontrada tan bella imagen fue trasladada a la Iglesia de Sapallanga, sin que se pueda precisar la fecha, pero la tradición asegura que esto ocurrió hace más de 300 años.




                             La Carreta encantada



Según contaban algunos ferreñafanos, a media noche y hace muchos años salía una carreta del cementerio y otros que salía de la pampa cercana al molino de Señor Salcedo, en la que no se ha llegado a determinar es a quién o quienes jalaban la carreta; algunos decían que era un caballo de color plomizo, otros que era una mula la que jalaba la carreta, otros lo que los vieron es que sobre el animal iba un jinete vestido de blanco y con varios, ocupantes llevando ramos de flores. 

La Carreta encantada




Este recorrido lo hacía por la calle Juana Bulnes de Castro, llegando a la calle Tres Marías y en esta esquina descansaba unos minutos, para luego continuar por la calle Real, ingresando nuevamente por la calle Juana Bulnes de Castro donde desaparecían.






Mito del Hombre Oso (Ancash)

Un oso (ukuku o ukumaria en quechua) se enamoró de una pastora a quien la raptó y la llevó a su cueva de entrada accesible sólo al oso. En esa cueva tapada por una inmensa roca que solamente el oso la podía mover, nació el engendro de ambos, quien al crecer llegó a comprender los sufrimientos de su madre cautiva.

Mito del Hombre Oso


Compadecido de su madre e indignado del abuso mató a su padre y liberó a su madre.




El Tesoro de Chaparrí


Este cerro enclavado en la Cordillera Occidente del Dpto. de Lambayeque, estaba encantado por los inmensos tesoros que en él se guardaban. Su cacique se llamaba Chaparrí y tenía como esposa a la bella Collurqui. En las faldas de este cerro, existió la vieja población de Firruñap y en sus alrededores una hermosa laguna de aguas cristalinas.


El Tesoro de Chaparrí




Por otro lado en la provincia de Cutervo, existía otro cerro llamado “Yanahuanca” que siempre vivía en pleitos con Chaparrí debido a la existencia de grandes tesoros y además deseaba a su bella esposa que era poseedora de grandes encantos. 






Yanahuanca, valiéndose de sus artes maleros se robó a Collurqui, dejando a Chaparrí sumido en la desesperación y tristeza.


En Huancabamba Dpto. de Piura, existe un lugar llamado “La huringa” y por estos años vivía en este lugar un brujo de renombre apellidado “Tallanca” gran amigo de Chaparrí, que llegó a enterarse de la traición de Yanahuanca y mediante sus artes castigó al seductor y a sus pobladores con grandes sequías que afectaron la agricultura en estos lugares. Cierta noche en que Tallanca se encontraba curando a un enfermo y al tomar el brebaje, alcanzó a ver que desde al norte se acercaban hombres extraños blancos cabalgando en briosos caballos. Eran las huestes de Francisco Pizarro, que luego de haber conquistado Tumbes y Piura, viajaban hacia Cajamarca en busca de Atahualpa y que al llegar al poblado de Túcume, un felinillo bautizado por el cura Hermano de Luque le había puesto el nombre de Tinajas por haberlo encontrado escondido en un tinajón. Este felinillo, que ya había aprendido el castellano les comunicó a los españoles que no muy lejos de este lugar existía un cerro llamado “Chaparrí” y que en él existía gran cantidad de oro.


                    Pinkosmarca (Mito de Ancash)


En un principio no existieron hombres. En el mundo sólo había animales, plantas y piedras, pero el Japailán Kamakoj decidió poblarlo con seres superiores. Por eso hizo nacer de la tierra a los Warikunas que se establecieron en Pomabamba. Los Waríkunas eran gigantes. Llevaban enormes piedras en el hombro, y con ellas construyeron hermosas ciudades.

Pero eran malvados. Se destrozaban en guerras continuas. Del oriente vinieron los Aukas, que eran mejores guerreros que los Warikunas, y los exterminaron.






-Recorred el mundo entero pregonando que los Aukas serán castigados.


Pinkosmarca



Los cóndores recorrieron el mundo de uno a otro confín proclamando su fatal designio. Sólo tres días les tomó cubrir el planeta con sus vuelos. Al cabo de ese tiempo estalló una tempestad jamás vista. Entre truenos y relámpagos pavorosos que no tenían cuando acabar, cayó un diluvio. Llovió por un largo tiempo imprecisable. La tierra se conmovió desde sus cimientos. Se desmoronaron las gigantescas ciudades y perecieron la gente, los animales y las plantas. El mundo se convirtió en un infinito lago barroso con las ciudades sepultadas en sus insondables entrañas y sólo cuando no quedó rastro de vida, las negras aguas se retiraron al mar arrastrando los escombros de las ciudades.

Concluido el castigo, el Japallán Kamakoj llamó nuevamente a los mismos cóndores.

-Ahora traed tres parejas de hombres-, les ordenó.


Los cóndores volaron por el mundo. En sus vuelos vieron que otros pueblos y otras ciudades habían sido arrasados por otras catástrofes. Pero cada ave pudo encontrar una pareja de hombres: hembra y macho, salvada de las hecatombes. Los tres cóndores los cargaron en sus espaldas y regresaron a Pomabamba El Japallán Karnakoj ordenó que las tres parejas fueran depositadas en Pinkosmarka donde se establecieron. Sus descendientes poblaron el continente americano.


                    

                       Los Waris (Mito de Ancash)



En el principio de las cosas sólo existía humo. Del humo nació la Tierra. En el interior de la Tierra vivían los Waris. Los Waris eran poderosos. Soplaron con tal fuerza, que la corteza terrestre se infló y nacieron los Andes. Por los intersticios de las cordilleras, brotaron gigantescas serpientes de humo que en la superficie se convirtieron en hombres rojos de descomunal estatura. Estos hombres se paseaban desnudos Tenían enormes dientes y les gustaba la guerra. Las luchas de los Waris indignaron al Cielo, a tal punto que entre éste y la Tierra se declaró la guerra.


Sucedió, entonces, que la inmensa Cordillera de Waylas se partió en dos, y nació el Callejón de Waylas. La lluvia que se precipitó a torrentes lo inundó y el agua incesante también llegó hasta la región de los Waris. Los Waris emigraron hacia el Oriente. Se establecieron en las tierras de Chavín, Marañón y Wakrachuko. Pero con el tiempo, esos gigantes se degeneraron y fueron convirtiéndose en hombres, animales y plantas. 

Los tres relatos van de lo genérico a lo particular. Del humo neutro (entre lo blanco y lo negro) se configuran las sucesivas divisiones, que definen y modelan el Mundo (Tiempo y Espacio coinciden: el Mundo). 



Los Waris




Según el primer mito, Pinkosmarka, los mundos son tres; tres han sido las humanidades: Wari, Auka y la del Presente. En tres momentos se divide el gran Tiempo-Espacio: Pasado, Presente y Futuro. Tres son los instantes creativos. El mismo Presente está estructurado por la triada: tres cóndores traen a los tres padres de los pueblos. Los límites de cada gran Tiempo están marcados por un doble movimiento: destrucción, creación (es el Pachacuti, "la Gran Vuelta", "el Gran Cambio"). 



El segundo mito problematiza los dogmas de la temporalidad anunciados en el precedente: -El Presente será derrotado por una alianza Pasado-Futuro (dos cabezas de los dos dioses del mundo futuro fueron las cabezas de las serpientes, que, a su vez, fueron de los dos gemelos que parió una tonta, en el pasado) -La concepción anterior implica el mesianismo de lo cíclico: el pasado es recuperable; la eternidad, posible. 

El tercer mito -Los Waris- trata de algunas de las clasificaciones del Mundo Presente: cielo tierra; el término mediador entre ambos: el Callejón de Waylas. Hombres/salvajes, animales y plantas de la selva (son los actuales descendientes de los Waris). En otros términos, la cultura está ligada al Presente y lo salvaje al Pasado. 





         La leyenda de la muñeca llorona


“La Quebrada del Nieto”, situada entre el barrio de Pampa Grande y la Loma del Zorro, siempre ha sido objeto de conversaciones entre los vecinos del lugar, sobre apariciones, asaltos y sobre todo de brujerías.
Nadie podía pasar por allí a la hora cero, porque seguro que le salía al encuentro una “chancha bruja”, o “el diablo lo silbaba” o veía a la “lechuza”, que conversaba sobre los techos de paja de los asustados vecinos. Pero volvamos a nuestro tema.
Se trata que al centro de la quebrada (por donde pasa la carretera a San Juan), a eso de las doce de la noche, ya se encontraba tendida una enorme muñeca de trapo, y todo quien lograra transitar por aquel lugar a la hora cero, se tropezaba con la muñeca que, al ser tocada, lloraba como una niña,quedando el pobre mortal hecho un costal de nervios deshechos.
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Los abuelos muy versados en relatos de brujerías, dicen que era una bruja que había desobedecido al demonio y condenada a vivir en ese estado por mucho tiempo. Los cierto es que todos los que sufrieron el susto de la muñeca llorona, cuentan que debían darle de puntapiés para que los dejara pasar.
Al poco tiempo murió una anciana que vivía nada menos que cerca a la “Quebrada del Nieto” y quienes lograron verla, dicen que tenía la cabeza amarrada. Llegaron a la conclusión de que era la “muñeca llorona”. Desde ese momento no volvió a fastidiar a los inocentes trasnochadores y todos cantaron la copla siguiente: “Qué bonito corre el agua por debajo de las almendras, así corriera mi amor si no hubieran malas lenguas”.









































































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